La adicción al alcohol, o trastorno por consumo de alcohol, implica una pérdida de control sobre la cantidad y frecuencia con la que se bebe. No se trata solo de cuánto se bebe, sino del lugar que ocupa el alcohol en la vida emocional, relacional y física de una persona.
Quien lo padece suele sentir un deseo intenso o necesidad de beber, aún cuando sabe que le perjudica. Aparecen dificultades para frenar el consumo, y se incrementa la tolerancia, es decir, se necesita cada vez más para sentir el mismo efecto.
Y claro, eso pesa. Porque no es solo la bebida, sino lo que la sostiene: el dolor que calma, las emociones que anestesia, la soledad que intenta llenar. No es un capricho ni un vicio. Es una forma de sobrevivir que, a la larga, termina dañando.
"PRIMERO ACEPTA TU PROBLEMA Y DESPUES RECIBE LA YUDA"
"NO DEPENDAS DE EL ALCOHOL"
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