¿Por qué una persona sigue bebiendo aunque sepa que le hace daño?
La respuesta no es simple. Hay factores genéticos, neuroquímicos, sociales… pero también hay historias. Heridas. Emociones difíciles de sostener.
Muchas veces, el alcohol aparece como una respuesta a la ansiedad, la tristeza o el vacío emocional. Alivia temporalmente, pero genera una dependencia cíclica: cuanto más se bebe para calmar, más se refuerza la necesidad de volver a hacerlo.
En consulta, he visto casos similares: personas que empezaron bebiendo en reuniones, y que con el tiempo lo hacían solas, en secreto, para calmar una angustia que ni siquiera podían nombrar. Trabajamos desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), identificando patrones, fortaleciendo recursos internos y acompañando con respeto cada avance. No es mágico. Pero es posible.
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